Sabemos que, antiguamente, los ciudadanos de Estepona, y de otros muchos municipios, pasaban necesidades de
todo tipo.
La población de nuestro pueblo dependía, en general, de la pesca, la agricultura y algo de ganadería, con las limitaciones que ello implicaba. Los frecuentes periodos de sequía, de epidemias y enfermedades, de inundaciones, etc., conllevaban una falta de trabajo para muchos de los vecinos.
Ésta es la historia de uno de
ellos: albañil con mucho tiempo en el paro, sin grandes recursos e ideando la
forma de llevar el sustento a su casa.
Se reúne la Corporación Municipal
el día 3 de Noviembre de 1923 y consta lo siguiente:
“Vista la instancia que con fecha dos del actual dirije al Ayuntamiento
el vecino Don Juan Hoyos Jiménez, de profesión albañil, con domicilio en la
Calle de Torrejón número 26, solicitando se le conceda autorización para
levantar a sus expensas las bóvedas nuevas que quepan en el lado Sur izquierdo
de la entrada del patio 1º del Cementerio y construir una huesera en
condiciones en la esquina que forma el enrase de este muro con el del lado de
Poniente, con lo cual a la vez que se hermosea este sitio como corresponde
ocupado hoy por nichos todos caídos, no se perjudica los derechos del
Ayuntamiento los cuales puede irlos percibiendo a medida que se vayan ocupando
estas bóvedas y se favorece la situación de este obrero proporcionándole
trabajo en los días de paro; por unanimidad se acordó: Que pase a informe de la
Comisión permanente de beneficencia”.
Es decir él aprovechaba todo el
tiempo que estaba parado para construir las bóvedas y el osario, sin coste para
el Ayuntamiento, el cual le pagaba conforme se fuese ocupando.
La contestación la recibió el día
24 del mismo mes:
“Sometido al Ayuntamiento el informe favorable emitido por la Comisión
permanente de Beneficencia en la instancia del vecino Don Juan Hoyos Jiménez
que solicita autorización para construir a sus expensas las bóvedas que quepan
en el lado Sur izquierdo de la puerta de entrada del Patio primero del
Cementerio y formar una huesera en la esquina del enrase del muro de esta lado
con el de Poniente; y resultando que no se ha interpuesto ninguna clase de
reclamación contra la pretensión deducida y que la autorización que se demanda
es de la exclusiva competencia del Ayuntamiento; considerando que con ello no
se lesionan sus intereses y se favorece y proporciona trabajo al solicitante, objeto principal de la demanda,
a la vez que se hermosea aquel lugar ocupado por nichos derruidos, por
unanimidad, se acuerda: Autorizar al solicitante para que construya a sus
expensas las referidas bóvedas siempre que las obras que se ejecuten se
fiscalizen por la Comisión de Policía urbana y las bóvedas que se construyan se
acomoden y sujeten a lo prevenido en la regla 3ª de la Real Orden de 15 de
Octubre de 1898; no se perjudique la Corporación en sus derechos ni se lesionen
los de tercero y se respete las propiedades limítrofes, quedando la Presidencia
en participarlo al interesado como resultado de su instancia”.
Ya sabemos algo más de
la historia del Cementerio de La Cala:
Cuando vayamos a visitar a nuestros
difuntos, recordad que, entrando por la puerta principal, en el rincón izquierdo
de su muro, existe un osario y unas bóvedas construidas por un vecino que
buscaba la forma de llevar el sustento a su casa.
Agosto 2022
Andrés Cintrano Fernández